La impresión
3D se ha convertido en una de las tecnologías que más está dando de qué
hablar, en los últimos meses, y que más futuro tiene por delante. No en
vano nos ofrece la posibilidad de imprimir objetos físicos de forma
fácil y relativamente cómoda, gracias a la superposición de capas de
distintos materiales o, en otros casos, sustrayendo material. Los
métodos utilizados para imprimir son varios como la inyección o la
fotopolimerización y dependen del tipo de impresora y de los resultados
que queramos obtener. De esta manera podemos fabricar cualquier tipo de
objeto del que podamos hacer una recreación 3D con programas
informáticos o mediante escaneado 3D.
Un material para cada necesidad
La impresión 3D no es algo nuevo, de hecho ya lleva unos años
utilizándose en el mundo industrial. Y es que las ventajas de la
impresión 3D son muchas y muy variadas ya que se puede fabricar
prácticamente cualquier cosa. Cualquier material que sea maleable, es
decir que tenga la capacidad de poder tomar una forma sin romperse, es
susceptible de ser usado en estas peculiares impresoras. En el mundo
industrial se usan metales de distinto tipo, incluidos el oro y la
plata, materiales cerámicos o plásticos, entre otros.
Con estos materiales se pueden crear desde repuestos para el motor
de un coche hasta una pieza dental con materiales biocompatibles,
pasando por joyas y ropa de todo tipo como el modelo que pudimos ver en
Dita Von Teese o maquetas para arquitectura.
Para un uso doméstico el material más utilizado es el ABS, un tipo
de plástico bastante barato o APL una versión similar algo más
ecológica. Ambos permiten crear objetos tridimensionales con una alto
nivel de detalle y muy económica. Con estos materiales el coste de
producción de una figura de unos 5 cm. es de aproximadamente 0,30€.
Ventajas e inconvenientes
Aunque en principio puede parecer raro imprimir cosas, las ventajas
que puede llegar a ofrecer esta tecnología son muy variadas, aunque un
uso realmente práctico haya que descubrirlo cada usuario. No hará falta
desplazarse para comprar ni encargar determinadas piezas de repuesto u
objetos. Al deslocalizar la fabricación se ahorrará en costes de
transporte y almacenaje, además de la reducción de intermediario.
Tampoco debemos olvidar la notable mejora del factor ecológico, menos
humos en la fabricación y la distribución.
Sin embargo también existen pegas. La más evidente es que aún no se
puede imprimir en 3D cualquier tipo de pieza, sobre todo las más
complejas. La segunda es la gestión de los derechos de autor del objeto,
un problema similar al que ocurre con la música.
Quiero un modelo ¿de dónde lo saco?
Lo más complicado a la hora de realizar una figura 3D es el
conocimiento de programas específicos de diseño, pero dado que el uso
quiere extenderse a todos los ámbitos, hay programas más sencillos para
usuarios inexpertos. La siguiente opción son las librerías de objetos
3D, sitios web donde se comercia con diseños creados por terceros como
Shapeways.
Otra ayuda para esta tarea es el uso de un escáner 3D que permitiría
escanear un objeto real y generar una imagen 3D para luego imprimirla en
la impresora.
El futuro a la vuelta de la esquina
Para muchas personas este tipo de impresión tridimensional puede
parecerle demasiado lejana o un sinsentido, pero lo cierto es que ya
existen tiendas como la cadena de material de oficina Staples, que
ofrece el servicio de impresión de objetos a sus clientes por unos pocos
dólares, y cada vez será más habitual. No es descabellado pensar que
será un servicio tan cotidiano como las fotocopias e incluso mucha gente
tendrá impresoras 3D en casa para sus propios proyectos.
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